viernes, enero 09, 2009

Adiós a los libros... ¿adiós a la explotación de los autores?

Los libros en papel tienen los días contados. Ese es mi vaticinio. Quizá me equivoque, porque todo el mundo a quien se lo comento me dice que no, que leer en una pantalla electrónica es muy incómodo y que a los libros aún les queda mucha vida...
Pero me suena más o menos el equivalente a las frases que decían los escépticos del email ("como escribir una carta no hay nada") o de las cámaras digitales ("la calidad de una foto óptica nunca va a poder igualarse"...)

Este año no ha sido, aún, el año de los dispositivos electrónicos para leer libros, aunque en Carrefour ya han puesto en el pasado catálogo de navidades el modelo de la marca Papyre (desarrollado en España) y en Media Markt los modelos iLiad. Seguramente las navidades 2009-2010 sean las del boom de estos artilugios.
Yo creo que las grandes editoriales ya deberían estar temblando, porque a los libros -una vez que se digitalicen- les pasará como a la música: habrá un enorme pirateo en la red de los best sellers (Saramago, Ken Follet, etc... igual que ha pasado con U2, Alejandro Sanz y compañía) y los beneficios enormes que les proporcionaban esos libros menguarán bastante (si yo tuviera capital en este tipo de empresas ya iría pensando en diversificar mi cartera). También hay quien dice que si intentan poner restricciones a la copia de e-libros les saldrá mal, y al final tendrán que retirarlo, como ha hecho Apple con la protección anticopia de la música de su tienda iTunes.
En cambio, la gente tendrá acceso a un montón más de autores que jamás habrían tenido lectores en el mercado tradicional, al igual que en myspace muchos grupos han conseguido difundir su música.
¿Y, si hay tanto pirateo, qué van a vivir los autores? Bueno, no podrán dar recitales de lectura (mientras que los grupos sí tienen una fuente de ingresos con los conciertos)... una solución sería que los libros electrónicos se vendiesen los suficientemente baratos para que mucha gente ni se molestara en copiarlos, y comprase con la conciencia y el bolsillo tranquilos. Los derechos de autor deberían ser muchísimo más altos (actualmente rondan el 8-10%) puesto que el trabajo de distribución e impresión de la editorial desaparece o se reduce muchísimo en el mundo digital, así que ese 92% restante parece aún más abusivo que antes.
Actualmente un autor que vende un libro a 10 euros se lleva 80 céntimos. Lo suyo sería que se llevará 1 euro de un libro que valga 2 ó 3 euros en Internet.

Sobre la guerra sobre qué lector de e-books tiene más éxito os enlazo a un buen post aquí.

2 comentarios:

  1. Recuerdo de algún cursillo de formación empresarial, que en cualquier empresa y cuanto más grande peor, lo difícil no es desarrollar el proyecto, si no que complejidad suele residir en su aplicación, y en convencer a los equipos, por brillante que sea dicha idea y por mas beneficios que ésta reporte, APLÍQUESE A LOS E-BOOKS. ¿Los humanos somos animales de costumbres no?.

    Soy de los que piensan que no es cómodo leer en ante una pantalla y donde esté un buen libro …., sin embargo las aplicaciones de la lectura electrónica son extraordinarias, las posibilidades de accesos a autores son infinitas, las posibilidades de difusión, de intercambio, la reducción de costes, el consumo de menores recursos medioambientales …

    Ahora bien a nuestros gobiernos (hablo de todo el mundo occidental) les puede ir de coña para seguir “criminalizando” al ciudadano pensando que por el mero hecho de adquirir un “pen drive” nos hemos convertido en piratas usurpadores de derechos de autor, y si somos ciudadanos respetuosos con dichos derechos, nos cobran el recargo o impuesto en origen por si algún día se nos ocurre inmortalizar en ellos algo más que nuestras fotos de familia o el video de la boda de nuestros hijos.

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  2. Desde luego una pantalla no se puede comparar al papel... ¿aún? La clave del despegue del libro electrónico va a estar en la calidad de los nuevos dispositivos, que (eso dicen) serán tan cómodos de leer como el papel. Ya veremos.

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