Ángel Laborda llama la atención sobre la mala situación de los beneficios empresariales en un buen artículo sobre coyuntura publicado este domingo. Utilizando como fuente la Central de Balances del Banco de España, destaca cómo -por término medio- el resultado ordinario neto de las empresas ha sufrido en el primer trimestre una variación interanual del -6,3%. Es decir, han sido un 6,3% menores que en el primer trimestre de 2007. El resultado ordinario incluye los ingresos y gastos propios de la actividad de la empresa, las amortizaciones, los ingresos financieros y -sobre todo- los gastos financieros. No incluye las plusvalías o minusvalías extraordinarias por venta de activos (inmubles, etc.), pero como estas actividades son menos frecuentes y no representan el núcleo de la actividad económica de las empresas, podemos decir que el resultado ordinario antes de impuestos es un buen indicador de la (mala) salud empresarial.
A partir de estos datos Laborda sugiere que no sería conveniente subir los salarios por encima de la inflación prevista (más o menos el 3%) que es lo que reflejan la mayoría de los convenios. Se muestra en contra de las claúsulas de revisión o salvaguarda, que en los convenios intentan mantener el poder adquisitivo de los salarios cuando la inflación es superior a la prevista inicialmente. Es decir, para que se entienda, propone que los trabajadores compartan con los empresarios el coste de la crisis y acepten reducir su poder adquisitivo y empobrecerse en términos reales. Por ejemplo, que acepten una subida de salario del 3% cuando la inflación es del 5%. Si los empresarios ven como su remuneración ha descendido un 6,3% respecto a la que tenían hace un año (más aún si descontásemos la inflación), parece sensato que los trabajadores vean aumentar sus salarios en menor porcentaje que la inflación y también carguen con la factura de una energía más cara y unos tipos de interés más altos (factores que han hecho mella en los resultados de las empresas).
De no ser así, si los salarios siguen manteniendo su poder adquisitivo y crecen tanto como la inflación, la amenaza será que las empresas volverán a repercutir esos costes salariales en los precios (haciendo que la inflación sea aún mayor) o que reduzcan la plantilla para intentar mantener los costes salariales. O, peor aún, que hagan ambas cosas.
Todo lo dicho hasta ahora rezuma sensatez y dan ganas hasta de escribir inmediatamente un e-mail a nuestro jefe y decirle:
Sr. Director:
le ruego encarecidamente no me aplique ninguna claúsula de salvaguarda y mantenga mi salario congelado. Me gustaría apechugar con los costes de la subida de las materias primas y la energía, así como con los altos tipos de interés que ahora mismo sufre nuestra querida empresa. De este modo, los esforzados propietarios de nuestra empresa, que todos los años tienen que ir a la aburrida junta de accionistas, no verán tan reducidos sus beneficios. Así contribuiré a que nuestra propia empresa no tenga que subir aún más los precios debido a una subida de los costes, y evitaré los "efectos de segunda ronda". Además, garantizaré que todos los trabajadores mantendremos nuestro puesto de trabajo.
Atentamente,
Tolay Pardillez.
Si le hemos dado a nuestro abnegado empleado el simpático nombre de Tolay Pardillez no es por su actitud ante los datos de este último trimestre que hemos mencionado (estamos de acuerdo con que los trabajadores no deberían exigir aumentos tan grandes como la inflación en esta situación).Lo que pasa es que Pardillez olvida los datos de los últimos 6 años, que vienen reflejados en el artículo impreso de Laborda (por desgracia el cuadro no viene en la versión on-line). Estos datos - que he transcrito del gráfico- indican que las tasas de crecimiento de los resultados ordinarios antes de impuesto fueron más o menos las siguientes:
Año 2002: 4%
Año 2003: 12%
Año 2004: 19%
Año 2005: 11%
Año 2006: 5%
Año 2007: 11%
En estos años, la inflación real fue casi siempre menor al 3%, y la prevista se mantenía por debajo, cercana al 2%. Muchísimos empleados han visto crecer sus salarios durante todos estos años sólo al 2%, mientras los beneficios crecían a estas tasas mucho mayores. En estos años, al señor Laborda y a todos los accionistas les parecía muy bien que el crecimiento de los salarios se vinculase a la inflación para que los trabajadores matuviesen el poder adquisitivo. No se leían muchos artículos ni declaraciones de políticos y ni economistas sugiriendo vincular los salarios con los beneficios, mientras que ahora esa vinculación parece evidente. El axioma aplicado era el siguiente:
- la inflación es menor que los beneficios, entonces los salarios se vinculan a la inflación.
- la inflación es mayor que los beneficios, entonces los salarios se vinculan a los beneficios.
Yo creo que ahora, cuando se les pide a los trabajadores que se aprieten el cinturón a causa de la crisis, es el momento de que los sindicatos luchen un nuevo paradigma en la negociación salarial: "ahora compartimos los costes de la crisis, pero queremos que quede reflejado por escrito que también nos beneficiaremos cuando las cosas vayan bien. Los beneficios y los salarios deben estar vinculados por convenio (Nota 1). Debe ser una vinculación estable y regulada a los beneficios de la empresa. ¿Por qué el trabajador no puede ser partícipe del fruto de su trabajo cuando las cosas salen bien? ¿Por qué sólo se le asocia a la empresa cuando las cosas van mal?
Algunos se opondrán a esta idea e incluso dirán que los sindicatos no tienen nada que negociar, que el salario se fija libremente en un bonito y eficiente mercado...Nota 1: No me refiero a esa limosnilla del "bonus por beneficios" que deciden de forma discrecional los jefes, para premiar a los empleados más pelotas y que sólo sirve para justificar que te obliguen a quedarte muchas horas extraordinarias. Eso es un incentivo para mejorar la productividad, pero no es la variable a la que se vincula el crecimiento salarial global.
Muy bueno el artículo, Juan. Con él se vé con claridad cúan bien funciona nuestro alabado "libre" mercado, o ¿quizàs sólo sea libre para alguno?...
ResponderEliminarEchemos un vistazo a la evolución de la participación de la Remuneración de Asalariados (RA) y el Excedente Bruto de Explotación (EBE) en el PIB calculado vía rentas durante los últimos años y los datos hablarán por sí solos.
ResponderEliminarhttp://www.ine.es/jaxiBD/tabla.do?per=03&type=db&divi=CNTR&idtab=5